COMERCIOS E INDUSTRIAS

HASTA EL FIN DE SIGLO

En un extremo de la síntesis, la historia de los hombres se ha tratado de explicar diciendo: nacieron, se casaron, vivieron y murieron. Nuestra ciudad, con sus edificios que aún algunos de ellos continúan en pié, con calles inalteradas en su trazado, aunque estén hoy beneficiadas con la piedra o el pavimento y con su laguna que la enmarca y cuyas aguas, ¿desmienten o le dan razón a Parménides? Nuestra ciudad, decimos, acogió a los que fueron antepasados de muchos de los que aún están y otros de los que ni rastros quedan de sus descendientes. Durmieron bajo estos mismos cielos y cumplieron el mandato bíblico de trabajo con sus oficios, la mayor parte, adquiridos en otras tierras allende  el mar, traficando con el abastecimiento de la ciudad y el campo o bien criando ganados, vendiendo la lana o aún industrializando la leche, origen de la más primitiva factoría aún subsistente, bien que modificada por la técnica y en otras manos.

No será esta recorrida exhaustiva , sino descriptiva. De los apuntes tomados en el diario, volcaremos agrupados en rubros más o menos arbitrarios los comercios e industrias y en una también arbitraria división temporal, trazaremos una primera línea hasta el cambio de centuria (1900); una segunda etapa desde allí hasta 1917 y desde este hito hasta 1930. Habrá omisiones ciertamente, pero si lográsemos con esta recorrida rescatar el nombre de un abuelo o bisabuelo emprendedor, de algunos de aquellos pioneros que hicieron la Argentina y evitar el anonimato a algún esfuerzo ponderable, en la satisfacción brindada al sucesor, sangre de su sangre, nos veríamos compensados.

 Panaderías, fábricas de pastas, licores: Dentro de las primeras está la de Pedro Sallenave;  con fábrica de pastas aparece Massa hermanos en 1894 y ubicado el comercio en 50 varas y Buenos Aires. Y la licorería es la de Julio Deytieux y Cía., retirándose Enrique y quedando Julio Deytieux.

 Tiendas, platerías, fotografía: La “Mercería de los Colegios” de Félix Lahourcade se mudó en 1889 desde Buenos Aires 68 entre Cuba y Franklin a la misma calle pero entre las de Arenales y Soler. Otras tiendas que anuncian en el primer número de EL ARGENTINO son: “A la ciudad de Chascomús”, de Eusebio Milani, Mitre y Lastra; “La Estrella” de Moreno y Crámer, teléfono 1, “La Elegancia” de Pedro Vega, Buenos Aires y Chacabuco; la de Domingo Belotti, Belgrano 50 esquina Bolívar; “La Confianza” de Domingo Blunno, Buenos Aires 32 y 34, frente al Teatro Fourquet; “Del Sol” tienda y almacén, de Tomás Ibarrán, Alsina y Crámer, frente al Banco Provincia; “Buenos Aires” de Eusebio Milani, plaza Independencia o principal y “La Sin Rival” sastrería y ropería del genio de Nicolás Curto, Buenos Aires y Franklin. En ediciones posteriores, también enuncian estas otras: “Progreso” de M. D. Azum, Buenos Aires , frente a la estación  del ferrocarril; Mercería “La Unión” de María Vázquez, Buenos Aires 34; Camisería española “La Madrileña”, Colón 6; Yienda Inglesa de Archivaldo Auld, Alsina 34; “La Nueva Constancia” de Pedro Lauronce, Belgrano y Bolívar y “La Paz” de Pedro E. Romano, Crámer y Colón. La tienda “El Porvenir” de Ricardo Méndez estaba por 1891 en Mazzini y Belgrano; Gárriz, Isusi y Cía., tenía su tienda, mercería y anexos, llamada “La Chascomunense” en Mitre y Lavalle. LA Casa Gobbi, con sombrería, estaba en Colón y Crámer y contaba con sucursal en Buenos Aires 36.

Arturo Mathile era poseedor de la más prestigiosa y mejor casa de fotografía de la provincia y realizó una postal del General Mitre, puesta en el comercio. Peluquerías estaban las Del Comercio de José Arato, calle Crámer y la barbería de la Estación de Amador Nazzari y en Buenos Aires 9 encontrábase “La Porteña”, bazar y librería de Federico Serra.

Para 1897, “La Porteña” de J. C. Piazzoli trasladó su platería al número 197 de la calle Buenos Aires, frente a la plaza de la estación. Era sucesor de la gran Platería y Joyería de Mauricio Reiter, quien anuncia en el número inicial de este diario, dando domicilio frente al Mercado. Luego se muda frente a la plaza Libertad, al lado de la fotografía (de Mathile, calle Alvear) y frente a La Bota Dorada.

Otras joyerías eran las de Arturo Dahlotrom, Buenos Aires 8 y La Nueva Platería, de Miguel Di Paola, Crámer esquina Moreno, frente a La Tienda de la Estrella. Carlos P. Jeannigros, tenía su joyería en Buenos Aires 16.

Al separarse a fin de siglo el socio Juan Viscargüenaga de la casa “Viuda de Auld y Cía.” Se modificó la razón social.

 Carpinteros, herreros, constructores: El gremio de los albañiles y constructores era bastante numeroso. Incluyendo a Pedro Motti, constructor de las primeras bóvedas en el cementerio, se contaban: José Tagliaferri, Albano Fantinato, José Mazucchi, Juan Placenave, Juan B. Sala, Juan Pini, Carlos Manzi, Buenaventura Priano, Cesáreo Amadeo, Antonio Cappi, Juan Sfoggia, Vicente Francese y Julio Mazucchi (1896).

 Herrerías hay noticias de las de Pellegrini y Durrels, que en 1896 construyó el vapor “Colón” de 24 pies de largo por 6 de ancho, con caldera. Y la de Lincoln Villanueva, de Alvear y Soler (1893), el que puso también según otra noticia un “hospital veterinario” en la herrería de Enjalrán.

Domingo Armendáriz, con carpintería, mueblería y depósito de cajones fúnebres, estaba donde está ahora: Crámer y Castelli, aunque antes daba el domicilio de Crámer 5 y 7 esquina Libertar (Boulevard Lamadrid). La Talabartería Argentina, de Gervasio Sánchez, en San Martín y Castelli contaba con cajonería y servicio de carruaje. Ángel Brumana, de La Nueva Roma, tenía en Buenos Aires y Soler, Mueblería, colchonería, armería y depósito de máquinas de coser.

“El Jardín del Pensamiento”, vivero forestal de Antonio Schoeder y Francisco Hartung fue arrendado por el segundo a partir de 1899.

 Bares y confiterías: Seguramente había muchas horas, pero por algún motivo nuestras anotaciones destacan la confitería y café del Balneario Colón de Otazúa y Armendáriz, que duró desde 1891 a 1893 y dos fondas: “Lo de Sabás” en Crámer y Castelli y la de Micaela Urraga, en Maipú, entre Buenos Aires y Alvear. Asimismo las que anuncian ay el 3 de agosto de 1887: la fonda francesa de Enrique Deytieux; confitería de José Domingo Hidalgo, Buenos Aires 88; Café y bar Del Pueblo de Ángel Blanc, Mitre y Crámer; Nueva fonda inglesa, antes Hotel del Progreso, Belgrano y Bolívar, de S. V. Kevan y Nuevo Café y billar de Andrés Mongay, Buenos Aires 113, frente a la plaza del Progreso.

Algunos números más delante de la vida del diario se agregan: El Cid Campeador, Almacén de Hilario Fernández, Alvear y Soler; Nuevo Almacén de Mazzini y Washington, “El Almacén de Santiago, ex peón de encomiendas...” y almacén y bar Buena Medida de Manuel Miguez, Moreno, al lado de Tienda La Estrella.

 Martilleros, cabañeros, agrimensores: Existía la cabaña Calastreme, de Antonio Pedro Calastreme, el primer argentino que obtuvo su título de veterinario en Londres. Un miembro de su familia, el ingeniero Carlos Calastreme, era para 1896 jefe de talleres en el arsenal naval del Tigre. Antonio G. del Valle (h), con escritorio en Alsina 27 se ocupa de asuntos judiciales. Deytieux hermanos, Alsina 5, eran rematadores: Albeto Unanue, San Martín 31, agrimensor; Joaquín Novoa, Buenos Aires 101, agente judicial y Casalins y Gómez, en Buenos Aires entre Bolívar y Mazzini o en Colón 44, se ocupaban de la compra y venta de hacienda.

Como agrimensor actuaba por 1896 Ceferino Rufrancos.

Con guías para la extracción de frutos y hacienda del partido: Faustino Arrondo; Marcelino Arango, Pedro Sancholuz, José Arteagoitía, Pedro Brissón, Nicandro Farías, Bautista Errecart, E. Galán, Felipe Martínez y Cía., Saturnino Justo, correspondiendo las guías a cueros de lanares, vacunos, potros y nutrias.

La Casa Bullrich Ltda. se instaló en Chascomús, estableciendo aquí el asiento principal de sus negocios en la provincia (12 de junio de 1898) y el primer remate lo dio en la estanzuela de Adela en unión de Saturnino Justo, Arístegui y Erausquin y Cano.

Patricio C. Wallace se instaló como martillero en Lastra157 el año 1898.

 Servicios Públicos: LA oficina Telegráfica del Estado estaba en Lavalle y Alsina y la Cía. Telefónica en la provincia de Buenos Aires en San Martín 132. La administración de correos tenía su oficina en Victoria 43, siendo agente Pedro Machado.

Eran comisionistas, Arturo Schoppe, Lastra 49, Luis Sapelli, Colón 2, Ángel Di Pasqua, Ángel Segura y Bernardo Uthurry Larcabal. La galera entre Chascomús y Ranchos de Ángel Arbucó estaba en Victoria 24 frente a la administración de correos.

El terreno de la calle Alvear de una medida de 28 varas por 50 de fondo fue comprado por la S.A. Teatro Chascomús, en 1889. También se vendió el Teatro Nacional de la calle Buenos Aires en agosto de 1899.

 Industrias: Juan Larrotondo ofrecía desde el número inicial de EL ARGENTINO su cohetería italiana en Moreno entre San Martín y Lavalle; Lino Brucetta era afinador de pianos y cajas de música, Buenos Aires y Caseros y la Gran Hojalatería y bombería de Francisco Plorutti estaba en Buenos Aires y Arenales. Arturo Hilliard tenía la Gran Jabonería del Sud fundada el 3 de julio de 1869, en la calle Estados Unidos; estaba la fábrica “La Española” de alpargatas, propiedad de Echeverría, Fernández y Cía., en Moreno 50 esquina Catamarca y el resto, industrias lácteas. Lincoln Villanueva y Cía., con fábrica de quesos (1891), la cremería Vitel en el Valle Santa Ana y los quesos tipo Roquefort, elaborados por Jacob Perpignon en la quinta de Arrambide, al fondo de la Sociedad Protectora de los Pobres (1894).

La Sociedad Unión Gandarense pidió en 1896 la aprobación de sus estatutos.

 Cifras del Censo de 1896: Según comenzábamos diciendo, la nómina no era limitativa, pues el censo de 1896 da más de lo señalado: un banco; 4 hoteles; 10 cocheras y caballerizas; 1 empresa de pompas fúnebres; 3 boticas y droguerías; 2 librerías; 1 cambalache y 2 prostíbulos. Total: 16 casas de negoco.

 Más comerciantes: A raíz de la cuestión del descanso semanal y su aceptación por parte de algunos comerciantes, los dependientes destacan quienes habían estado de acuerdo en conceder el beneficio. Eran los siguientes: Wenceslao Denegri, Ignacio de Otazúa, Ibarrán y Caminos, L. Campillo y Cía., Félix Aldalur, Pedro E. Romano, Domingo Armendáriz, Leoncio Elizalde, L. Lavarello y Cía., Ricardo Méndez, J. M. Buzón, Serafín Alfonsín, J. Mendiguren, Luis Rusconi, Domingo Goti y Cía., Francisco Plorutti, Massa y Darritchon, Federico Serra, Santiago Derrigrand, José A. Odriozola, Máximo Alegría, Juan Gobbi, Viuda de Auld y Cía., Rosario Falloni, Ángel Brumana, Guerra y Cía., Pedro Perrin, Pedro Lauronce, Costa y Posse, F. Lahourcade, José Copello, Asencio Arrieta, M. R. Pérez, Saturnino J. Justo y Cía., Ercoles Carnevale, Ipiña y Elescano, Aquilino Iturbide, M.D. de Azum, Diego Roy y S. Schoppe.

 Crisis del 90 y sus efectos: Después de la crisis del 90, podía comentar EL ARGENTINO de la primera quincena de octubre del año siguiente acerca de la industria chascomunense y su evolución:

“Que el progreso de la industria en Chascomús es un hecho palpable, está fuera de duda. Hemos visto implantarse, a pesar de la crisis, nuevas industrias y adelantar otras, mejorando o perfeccionando  sus sistemas, lo que viene a probar que esta población está compuesta, en su mayor parte, de personas esencialmente trabajadoras”. “Cuenta actualmente esta sociedad con diferentes establecimientos industriales, como ser: molino, fideería, fábrica de carruajes, aserraderos, fábrica de quesos y manteca, que puede competir con cualquiera de las de su clase por la buena calidad de sus productos, una jabonería y fábrica de velas, consideradas como las primeras de su clase, en la provincia, curtiembre, graserías, licorerías, fábrica de vinos, y muchas otras de importancia”. “Antes de que la crisis viniera, nadie o muy pocos eran los que pensaban en otra cosa que en especulaciones lucrativas, en las que se levantaban en poco tiempo con poca molestia fortunas que bien pudieron llamarse fabulosas. Pero después del descalabro sufrido, fuerza ha sido echar una mirada retrospectiva hacia el pasado para luego volver luego la vista hacia el presente. Somos un pueblo nuevo , contamos con elementos naturales para establecer cualquier clase de industrias y a ello empezamos a dedicarnos. Sigamos por el camino emprendido y no haya temor  de que nos aflija la miseria. Desprendámonos de nuestras viejas costumbres de lujo y poco a poco veremos que si no conjuramos totalmente la crisis, la dominaremos un tanto. Chascomús se encuentra en condiciones especiales para emprender esta benéfica reacción y creemos que no desmentirá el buen concepto que ha logrado alcanzar fuera de aquí.