Nuestro campo ¿Dónde estamos?
 
 
     
 
 
 
     
 
Semanario El Lunes
 
 
Lunes 26 de Septiembre de 1988
 
     
 
La histórica cita del gaucho, concertada por Iseas el primer miércoles de cada mes.
 
Desde hace mucho ya , el primer miércoles de cada mes resulta para Chascomús un día diferente a los demás.
 
A fuerza de acostumbramiento, tal vez, pocos reparan en las características especiales de esa fecha, no sin dejar de advertirse, a simple vista, un inusitado movimiento en tiendas y restaurantes, y un ir y venir por las calles del pueblo de momentáneos visitantes, no pocos
 
 
ataviados con la clásica vestimenta del paisano bonaerense; otros de "civil", nomás, y el resto, repartiéndose entre familias que aprovechan el día para visitar amigos y parientes, mientras el "hombre" trasega sus copas en la feria, apurando momentos de distracción y esparcimiento con viejos conocidos o amigos del momento, mientras el martillo del "Cholo" Iseas impone la música de fondo y se convierte, por espacio de horas, en el protagonista central de esa jornada diferente.
 
     
 

El primer miércoles de cada mes "se nota el gauchaje en el pueblo", la ciudad se viste de modo diferente. Cada treinta días se renueva la vieja tradición del "remate de yeguarizos", con punto de partida en aquel lejano 24 de agosto de 1924, cuando Fortunato Remigio Iseas, a la sazón titular de la casa martillera que había sido fundada el 1 de enero de 1915 bajo la razón social Iseas y Mendiburu, incorpora la nueva actividad a la operatoria general de la firma.

 
 
 
 

Tiempos diferentes claro está, con otras modalidades en la comercialización y hábitos totalmente diferenciados a los actuales. Épocas duras, poco propicias a la iniciativa comercial que pretendía ser de avanzada, con escasas posibilidades de permanencia, incluso, que en el año treinta, y como corolario particular para la casa, obligan al cierre de la misma y a su desaparición del espectro local por espacio de tres años. La crisis de aquellos días, que llevo al fracaso a muchos y a la ruina a otros tantos , no tuvo conmiseración con nadie, ni siquiera con quienes oponían sus mejores resistencias en aras de poder seguir adelante hasta tanto las cosas mejoraran algo y aparecieran en el horizonte nuevas posibilidades.

 
     
 

De todos modos, en esos seis años que fueron del 24 al 30, se habían sentado las bases iniciales de la tradición particular del "remate de caballos" posta que retoma en el treinta y tres, a la reapertura de la firma, Fortunato Antonio Iseas , quien le brinda todo el impulso de sus jóvenes veintiséis años y la proyecta con enorme visión de futuro sobre el resto de las generaciones venideras.

Así poco a poco, se perpetua Chascomús como plaza única y obligada, casi, en un vasto sector de la provincia de Buenos Aires, en la comercialización de yeguarizos.

Con esas modalidades perfectamente diferenciadas a las actuales de las que hablamos mas arriba. Con arreos desde el sur de tropas de mas de mil quinientas
 
     
 

De la compra en el campo a la consignación dircto

 
     
 

Pero poco a poco , el paso del tiempo fue obligando al cambio de la modalidad operativa. Sobre mediados de los años cincuenta comenzaron a escasear ya los yeguarizos; los arreos se hacías cada vez más dificultosos debido a las rutas que obligaban a enormes rodeos para llegar al punto de destino, a la par crecía, como no podía ser de otro modo, la competencia comercial. Y todo su armado, hizo que ya se dejase de salir a comprar afuera, como que de 1959 data la última adquisición de una tropa de cuatrocientos cabezas a un jefe indio de Maquinchau, que fue traída por arreo hasta Bahia Blanca y de allí por tren a Ranchos, para desandar otra vez por el camino real los treinta kilómetros que la separan de Chascomús.

 
     
 

Por otra parte, la plaza ya había sido lograda. Los propietarios habíanse ya acostumbrado poco a poco a consignar ellos mismos sus animales a la firma. De ese modo concluyó una manera determinada de comercialización, aunque solo en sus formas, porque la tradición solo sufrió ligeras variantes, propias de los nuevos tiempos, que en poco o nada variaron todo ese entorno tan particular que aún sigue proyectando cada treinta días, el primer miércoles del mes.

 
     
 
Las cifras actuales
 
     
 

En el remate del mes de abril del año en curso, se subastaron un total de 758 cabezas. Un número importante, sin dudas, y el mejor seguramente para todo 1988. Anualmente la firma subasta un total aproximado a los cinco mil quinientos animales, con un promedio anual de cuatrocientos cincuenta. Los meses de mayor afluencia son los que van de noviembre a abril, y la incidencia económica del remate de yeguarizos en el total de la economía de la casa resulta beneficiosa, toda vez que la comisión supera en cuatro puntos en total a la que se recibe por venta de hacienda vacuna, como que es del cinco y cinco por ciento para vendedor y comprador respectivamente, por sobre los seis puntos de los remates bovinos.

 
     
  Distracción, esparcimiento e impulso de al cativiad comercial  
     
 

Desde siempre, el remate de yeguarizos activó en forma notoria distintos rubros de comercio de la ciudad.

 
 
 
 
Lo hizo antes con los antiguos hoteles y las viejas posadas que circundaban la estación de trenes, lo mismo que con las grandes tiendas, muchas de ellas hoy ya han desaparecido, como Casa Boo o Casa Colombo, posta que con el tiempo tomaron Acebal o La Nueva Fama y que la siguen sosteniendo hasta hoy. También los restaurantes se ven mas que favorecidos cada primer miércoles del mes, igual que las talabarterías y alguna tradicional casa de objetos de plata, que ese día reciben la visita de innumerables clientes en pos de satisfacer sus necesidades de consumo en cada rubro. Además, claro está, de las cientos de personas que llegan a la feria y permanecen allí mismo a lo largo de toda la jornada, en un marco de camaradería y sano esparcimiento que se consolida junto al mostrador, copa en mano y charla abierta y comunicativa mediante.
 
 
 
 

cabezas, que en menos de un mes eran traídas desde el sur del río Colorado hasta la feria vieja en un andar de cientos y cientos de kilómetros que iban incorporando nuevos elementos a la columna original. Y mientas los caminos de media provincia veían pasar a la original formación, Chascomús se preparaba para "a fiesta" , porqué más allá del remate en sí, que podía extenderse por dos o tres jornadas, el clima previo y los días posteriores vestían al pueblo de modo inusitadamente diferente.

 
     
 
Los caciques indios, principales proveedores
 
     
 

En la de cada del treinta el numero de remates no pasaba de dos por año. Claro que no era cosa de sentarse detrás de un escritorio a esperar las consignaciones. Fueron muchos los años que transcurrieron hasta tener hecha la plaza. Por largo espacio de tiempo hubo que salir a comprar los animales para su venta posterior aquí. Las tierras indias del sur del río Colorado se constituían en lugar de provisión segura, porque fueron muchos también los caciques indios que concentraban en sus tolderías los caballos de sus respectivas regiones a la espera de que llegara el comprador de Chascomús. Allá iba el viejo "Cholo" Iseas, con un grupo de peones munidos solamente de sus recados , decididos a iniciar la larga travesía hasta los corrales de la feria. Los Indios del Río Negro, Las estancias de Bahía Blanca y Necochea, los gauchos de General Madariaga, se convertían , inicialmente dos veces al año, y luego con mayor asiduidad, en los puntos de referencia obligados que nutrían con sus animales la consolidación inicial de la tradición. Desde Maquinchau hasta Chascomús, había por lo menos veinte días de arreo de tropas que cuando llegaban aquí superaban largamente el millar y medio de cabezas.

 
     
 
La ciudad era una fiesta
 
     
 
Del número inicial de dos remates por año, al poco tiempo ya fueron cuatro los que se daban, aunque siempre el del mes de abril resulto el principal, habiéndose registrado, a veces, la venta de más de dos mil cabezas, repartidas en tres días de martillo corrido por espacio de siete u ocho horas en cada jornada. El resto del tiempo lo constituía la fiesta propia, a la que se unían compradores y peones, empleados de la firma y hasta gentes que nada tenían que ver con la actividad en sí, pero que se sumaban a ese "hecho social" que producían aquellos largos remates en todo el ámbito del pueblo. Una semana entera duraba aquel ambiente de sano jolgorio que se constituía alrededor de su propia subasta. Chascomús se convertía en el eje de enormes extensiones. En sus calles y posadas se daban cita personas provenientes de todas partes del país. Incluido aquellos recordados gitanos, rememora hoy "Cholito" Iseas, que pocas horas después de haber comprado lotes enteros de potros, salían en sus carretones tirados por esos mismos animales, sin que nadie supiera nunca acerca de su técnica de amansamiento en tan escaso tiempo.
 
 
 
 

En muchos establecimientos de una importante zona, el día de descanso de peones y encargados no resulta ser el domingo, cada vez que se viene el remate, sino precisamente ese miércoles, tan pegado en el espíritu y en el corazón de tantos. El hombre aprovecha la fecha para venir a Chascomús, con su familia.

 
 
 
 
Aquí saldrá de compras, visitará parientes y amigos o se quedará , parsimoniosamente trasegando en la feria mientras su mujer e hijos hacen las diligencias necesarias en el pueblo o se llegan a las casas de viejos conocidos o de parientes cercanos. El miércoles de remate, es el día, al decir de "Cholo" Iseas, en la que la ciudad se viste de modo diferente, en que se nota el "gauchaje" en el pueblo. La jornada en que todo toma un color particular, mientras el martillo impone su música a fondo y se convierte, por espacio de horas, en el principal protagonista de ese día diferente.
 
     
 
 
     
 

El "Cholo" Iseas, con toda su estampa de paisano, matea junto a un rancho en el Uruguay.

 
     
 

Desde aquel lejano 24 de agosto de hace sesenta y cuatro años, los remates yeguarizos representan una verdadera tradición, no ya solo para Chascomús, sino también para una importante zona de influencia.

 
     
 
 
     
 

Como se hace un martillero

 
     
 

Alguna vez un paisano trajo el día del remate un bozal o una trenza de su propia factura con pretensión de venta. Luego la modalidad vino en aumento, y otra vez llegó el pedido conjunto de varios, al martillero para que fuese él quien oficiase de intermediario ante el resto de los presentes. Poco a poco, la venta de sogas y prendas logró constituirse en un momento propio

 
 
     
 
Susana Caquineau © 1999-2006